jueves, 4 de septiembre de 2008

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-¿Continuas despierto?
- Si, eso creo.
- Cuéntame que sucede.
- No lo sé muy bien...mira cómo se acelera mi corazón, ¿lo escuchas?
- Sí, lo oigo.
- Sólo buscaba en la oscuridad algo a lo que aferrarme.
- ¿Y lo has encontrado?
- El silencio.
- ¿El silencio?
- Sí, me aferro al silencio. Me ha mostrado en la quietud de la noche cómo resaltan en mi ser los miedos, también me ha señalado dónde se encuentra escondida la angustia.
- ¡¿Y en dónde?!
- Aquí adentro.
- ¿Dentro tuyo, estás seguro?
- Sí lo estoy.
- ¿Y... qué harás ahora?
- Tan sólo esperar, tal vez pueda sorprenderla en algún sueño y así poder convencerla de que encuentre otro sitio donde pueda quedarse.
- Pero, ¿crees que funcionará?
- Lo he intentado cada noche y no descansaré hasta lograrlo, sólo ten paciencia.
- Lo entiendo, sí es así...
- Sí...confía en mí.
- Siempre lo hago.
- Entonces no hay nada más que decir, buenas noches.
- Buenas noches...
- Escucha.
- ¿El qué?
- ¿No crees que el corazón trata de decirnos algo?
- No lo sé niño...buenas noches.
- Está bien, intenta descansar.
- Tú también.
- Lo haré, créeme que lo haré. Dulces sueños...

1 impertinencias::

Anónimo dijo...

Ay, el corazón. Siempre quiere decirnos algo.. lo malo es que casi siempre susurra demasiado bajito..

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