POENTO...

¿Donde está la flama que llenaba el cielo? Todavía existe -mancha indeleble- tatuada en las rocas que cubren esta tierra.

En otro tiempo, aquí se extendía un océano poblado de silencios en espiral. Ellos capturaban la flama que estaba disuelta en la atmósfera, para fabricar sus conchas. Estas letras de piedra, son las conchas de los miles y miles de silencios que ascendían aullando entre las olas. Gracias a ellos, la flama desapareció de la atmósfera y otra vida fluorescente pudo originarse; esculturas en movimiento perpetuo hacia el cielo. Crecen sin prisa hacia la luz. Llevan la huella de la fuerza que despliegan al cantar. Luego, sus lágrimas de colores caen, se descomponen en una mezcla de agua, aire, magia sentimental y poesía de fuego. Así, poco a poco, se forman los sueños; hormigueros de una actividad incesante donde los caracoles se alimentan, excavan, ruedan, saltan y juegan en un aire de caos y divinidad. Ellos fabrican la playa, ese manto fértil al cual toda forma de vida onírica está vinculada. Nada se basta a sí mismo. Agua y aire son inseparables, magia y fuego, la poesía del eco, los sentimientos de los espejos, y la máscara poliforme del Inca guerrero de los cielos. Todos vuelan de la mano, abrevan en las estrellas y se transforman. Como plumas de colores en un horizonte de pájaros…