jueves, 18 de junio de 2009

VOLARE...


Senté a mi alma en las rodillas sobre un bordillo con los pies colgando por encima de las dudas y los cordones desatados de amor. La punta de una aguja me está llamando para coser de cosquillas el cuerpo deshilachado en cada franja de un nuevo color.
Blanco no, Rojo no, Naranja no, Amarillo no, Verde, Azul no, Morado, Añil, Tierra si, Cielo si, Negro no, Rama si...
Me rompí la camisa y salté...
Los jirones de aliento se cristalizaron al contacto con las palabras, las penas, los gritos, los silencios Negros No!
El pijama le venía grande y no llevaba interiores para dormir a la intemperie; es frío el filo del acero en las noches cerradas y bien sabido que no pudo, supo, quiso ahullarle a todas las Lunas...
Me rompí la camisa y salté...
Las ramas brotaban por todos los cuadros de su camisa, naciendo en cada voltereta una nube de polvo onírico que encharcaba los pulmones impidiendo respirar claramente la realidad.
Me rompí la camisa y salté...
No puedo llevarte conmigo porque en mí naces, creces, creas, sueñas, bebes, vuelas... eternamente...
Fría en la distancia, como ayer...
Invisible en el tiempo, como siempre...

Me rompí la camisa y salté... todavía sigo cayendo...

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