EXPECTACIÓN
Me encantaba de pequeño, en esas reuniones familiares en torno a la figura de mi abuelo, escuchar los sucesos que contaban los mayores. De ahí saqué la primera conclusión de que mi abuela era una mujer luchadora y trabajadora, que no sólo había criado y amparado a cinco hijos y un marido, si no que, por lo menos, también a un nieto. Igual no por toda su infancia, pero sí el tiempo suficiente para quedarse por siempre en esa personita.
Entre sus cicatrices de guerra, por la estatura sería, me fijaba en los moratones de sus piernas.
Al subir a casa una mañana en el ascensor, – yaya, cuando sea mayor y gane perricas, te las daré para que te cures los moratones…
Veintiséis años después me lo sigue recordando siempre que nos reunimos. Lo que ella no sabe, es que yo lo llevo grabado también en mi corazón. Como la llevo a ella.
raúl

1 impertinencias::
Sencillamente precioso. De capas Rojas y sueños infantiles que se vuelven realidades en el tiempo del ahora. Lo recuerdo instante por instante, un café y un vino mezclados con con nuestras voces en la historia de un pasado en las violetas de yaya y sueños de perricas... como olvidar ese momento de grandes pasiones infantiles, como olvidar lo que se ama.
Y es que yo a ti te...
Anna.
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